viernes, 17 de mayo de 2013

Día 5: Melide - Santiago de Compostela

Quinto día de camino y último.

Despertarse en un albergue tan grande como el de Melide es muy pintoresco, hay todo tipo de gente y se escuchan muchas conversaciones que te van sacando de tu somnolencia y te van devolviendo a la realidad.

Nosotros al ser ciclistas nos podemos permitir salir con un poco de más tranquilidad asi que cuando por fin estábamos listos para salir ya no había mucha gente por allí.

Después del desayuno con el fantástico pan gallego e inmejorable leche empezamos a dar pedales y lo  primero que nos pasó fue que nos saltamos un desvío e hicimos un montón más de kilómetros antes de darnos cuenta.

Una vez retomado el camino correcto, ya todo fue fácil solo había que dar pedales, pero no veas que duro se hizo el día, el camino no da un respiro y si no hay grandes cumbres que conquistar te pone muchas pequeñas muy empinadas que van haciendo mella en las pocas fuerzas.

Como dije anteriormente el camino de Galicia es el más bonito  mi entender, todo verde, muchísima vegetación, agua por todas partes, será que por Málaga ese paisaje no lo tenemos pero a mi  me encanta.



Durante el día no dejamos de pasar a caminantes y como no de compartir kilómetros con otros ciclistas con los que habíamos coincidido en días anteriores, es fantástico esos ratos para desconectar y hablar un poco además de los ánimos que nos damos.



Una parada obligada en esta etapa es el "Monte do Gozo", llamada así por que desde arriba se intuye el final del camino.


Aquí nos veis coronando el "Monte do Gozo"

De este día como os he dicho de lo que más me acuerdo es de lo bonito que es el camino y de los ratos que compartimos con otros peregrinos y bueno también de lo cansado que terminé, etapa rompe piernas total.



Pero al final todo llega y lo que parecía que no iba a llegar nunca llegó y por fin entramos a Santiago y siguiendo las conchas como habíamos hecho durante todo el camino nos encaminamos a la plaza de la catedral y por fin nos encontramos en ella con montones de turistas y más peregrinos que al igual que nosotros habían terminado su viaje y se encontraban extasiados en mitad de la plaza.

Una vez allí hubo un momento, un instante, que aunque rodeado de cientos de personas, me quedé mirando hacia la catedral casi en el centro de la plaza y me sentí "vivo", bien conmigo mismo, feliz, tranquilo, relajado,  con añoranza,... no se explicarlo pero fue bonito y entiendo que haya gente que repita solo por volver a tener esa sensación.


 Manolín posando frente a la fachada de la catedral de Santiago

Pero el chute de emociones pasa y las necesidades mundanas vuelven, como por ejemplo buscar donde poder ducharse y dormir. Por ser el último día buscamos una albergue que era bastante más caro que el resto que habíamos pisado los días anteriores, su nombre The last stamp como contrapartida estaba en pleno centro, muy nuevo y se portaron de maravilla con nosotros.

Antes de que terminase el día, lo que hicimos fue acercarnos a la oficina del peregrino para que nos diesen nuestra acreditación de haber terminado el camino y aprovechamos para darnos un garbeo por el casco antiguo de Santiago que no está mal. 

Pero el camino no termina al llegar a Santiago, queda otra etapa la vuelta a casa

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